Entender que hace diferente a Troma como productora de cine, comienza con entender que Hollywood es una máquina de producir dinero. ¡Espera! Eso último puede que lo sepas, pero ¿lo entiendes? Cada máquina tiene una función, y si no la cumple es que la máquina está rota.
Hablemos del pensamiento común; la forma colectiva de entender la moralidad, la corrección; lo bello y lo horrible. Es una pulsión, una patología social y endémica que trata de estacionarse sobre los gustos individuales hasta ser parte de ellos. Nadie (¿cuerdo?) iría a un funeral vestido con cuero y el culo al aire, y llevar el mismo vestido que la novia en una boda suele estar mal visto; en especial si eres el cura.
Volviendo otra vez a Hollywood; si quieres llegar (ergo vender) al mayor número posible de personas, debes sintonizar tu película con el pensamiento común. Si no lo haces, limitas tu público, tu cinta vende menos; la máquina se rompe.
Y para refutar esta gran verdad, aquí esta Troma
Troma es una productora independiente fundada en 1970 de mano de Lloyd Kaufman y Michael Herz; una respuesta al “buen hacer” de la máquina hollywodiense. Diversión sin tapujos y sin moralidad.
A Kaufman le gustaba bromear con que Troma significaba la excelencia del celuloide en latín antiguo (Paraos a pensarlo un momento), y mucho se ha rumoreado con que Troma es un acrónimo de “Tits R Our Main Asset” (Las tetas son nuestro principal activo).
Para nada.
Lo cierto es que Kaufman explica (algo que se ha de coger con pinzas debido a su sentido del humor) que, simplemente, a la hora de registrar la empresa, Herz y él sopesaron sobre una serie de sonidos desagradables.
“Pensemos en la palabra que suena más fea jamás pronunciada por el hombre”
De ahí surgió Troma.
Inicios tormentosos
Afincados en un trastero, Troma despegó acogiendo películas ya rodada como Sardu (Que posteriormente titularían como BloodSucking Freaks); una cinta con el dudoso honor de producirle nauseas a una rata, donde “todo valía”. Torture-porn sádico hasta el extremo y un sentido del humor perverso que al mismo Kaufman le producía rechazo.
Y, sin embargo, la acogió porque, aunque consideraba la cinta maliciosa, le pareció honesta; a diferencia de otros títulos populares donde la moralidad se disfrazaba en el discurso para jugar con las gónadas del espectador.
“Pretty Woman le enseña a mis hijas que ser puta no está tan mal, siempre puede rescatarlas un príncipe millonario”
Dice Kaufman en su libro, poco antes de opinar que Forrest Gump amerita al hombre simple y sumiso (Va a la guerra, gana campeonatos, le estrecha la mano al presidente…) mientras que mata de sida a la chica que es crítica con el sistema.
De mientras, para sacar algo de dinero que invertir en una Troma recién nacida, trabaja de freelance buscando localizaciones para películas como Rocky o Fiebre del Sábado Noche. Estas si os suenan, ¿verdad?
Troma y el sexo
Son dos palabras que siempre van de la mano. No es de extrañar que las primeras cintas de la productora fueran comedias eróticas donde las “tetas” eran más importante que el humor.
Fue el caso de Squeeze Play (1979), una comedia sobre un equipo femenino de softball que tuvo una fría acogida en cines (Kaufman creyó que Troma moría con su primera exhalación) y que se perdía el mercado extranjero que desconociera dicho deporte.
La comedia era un esperpento y el erotismo tan bizarro que poco tenía de erótico. Algo que se llevaría al resto de sus películas.
Sin embargo, contra todo pronóstico, la jugada les salió bien. Con una Troma que comenzó a contar con cierto número de fans que compraban el humor verde y chabacano de sus siguientes películas: Vaya camareras (1981) o Pegado a ti (1982).
Un “corto” número de fans que la productora Troma perdería en 1984 con El Vengador Tóxico, para acoger en sus filas a una nueva y verdadera legión de fanáticos.
Toxie y Tromaville.
La razón por la que Michael Herz y Lloyd Kaufman decidieron hacer una cinta de monstruos asesinos, tras numerosas comedias bobas de corte erótico, era clara: la revista variety había dicho que el terror había muerto.
Tal vez uno espera algo más profundo sobre la creación de uno de los hitos del cine de serie Z como es Toxie, pero lo cierto es que todo fue una cuestión de llevar la contraria.
Más profundo puede ser como se dio forma al personaje que la semilla de su origen. Y tiene mucho que ver con el sentido de humor “tromatico” tan esperpéntico de sus creadores.
Para empezar, la idea inicial de un monstruo deforme que aterrorizaba a los chicos de un gimnasio (algo que le vino a Kaufman por su papel de buscador de localizaciones para la cinta de Rocky) acabó trucándose. Lo que en un inicio no dejaba de ser un slasher al uso (Estilo Viernes 13) adoptó medidas más interesantes cuando comprendieron que las “víctimas” eran perversos idiotas, y el “villano” podría ser el alguien que limpiaba la sociedad de escoria.
Algo que terminó de cuadrar cuando Jennifer Aspinall (La encargada de crear la imagen del monstruo) instó a hacerlo “menos feo” y ponerle labios “para que pudiera sonreír”. Algo que no agradó a Kaufman, pero aportó mucha empatía hacia dicho “villano”, reconvertido en “héroe”.
Y así surgió Toxie. La verdadera cara de Troma, un monstruo tan simpático con los vecinos como agresivo con los maleantes. Lo mismo te ayuda a llevar la compra, ayuda a una vieja a cruzar la calle, que le arranca los brazos a un ladrón y se los mete por el recto.
Ni que decir que Toxie (residente de Tromaville: la ciudad ficticia donde se mueven muchas de las locuras de la productora) se convirtió en la mascota oficial.
La cinta contaba con una violencia explícita tan exacerbada que casi parecían dibujos animados; un destilado del slapstick y gore que no rendía cuentas a nadie.
El Vengador Tóxico se transmutó en una obra de culto que colocó a Troma en el olimpo para los cineastas del mañana.
De humor guarro a violencia graciosa.
Era obvio que la productora Troma acababa de dar con la tecla correcta. De Vengador Tóxico a Mutantes en la universidad (1986), seguida por la loquísima Troma’s War (1988) con su brigada del SIDA.
El personaje de Toxie fue un éxito de masas incluso más allá del mar, en Japón, donde se rodarían su segunda y tercera entrega (Que luego desecharían con una cuarta; la más brutal de la saga). Incluso llegaron a crear un personaje, Kabukiman, para los fanes nipones.
Humor negro, chabacano y desinhibido, mezclado con cualquier locura que pasara por la mente de los realizadores y producido a bajo coste. Todo con una estética punk ochentera y un sentido de la violencia tan cruenta cómo cómica; un absurdo de explosiones de sangre, cabezas reventando cual melones (de hecho; solían ser melones) y demás lindezas que le restaban seriedad a lo burdo, ameritando las carcajadas. Dibujos animados con actores reales y para adultos.
Todo un éxito, y Kaufman entendió la fórmula.
“Monstruos y tetas”
Si unes los dos conceptos acabas afianzando a un sector no tan amplio del público, pero si leal, que quiere ver locuras en pantalla sin que les den la vara con moralinas.
Con este concepto, Troma no tarda en convertirse en un lugar para salirse del pensamiento común a la hora de crear cine; una meca para el inconformismo y cineastas independientes que quieren alejarse del buen gusto, donde se dan salida a las ideas más locas, bizarras y degeneradas. El olimpo de la libertad de expresión.
Puede que tras leerme decir lo de “El olimpo de la libertad de expresión” o “para cineastas independientes”, estés tomando una idea demasiada romántica del concepto…
…No, eso que he dicho está mal.
PUEDE que estés idealizando incorrectamente el romanticismo de la idea.
En su mismo libro, “Todo lo que aprendí sobre el cine lo aprendí con El Vengador Tóxico”, Kaufman es muy consciente de que Troma es una productora asentada sobre pilas de basura. Es algo que puedes leer en sus primeras líneas, junto a:
“Sí quieres ser un productor de éxito, más te vale que leas este libro y hagas justo lo contrario”.
Aquí hablamos de cintas con presupuestos bajo mínimos, actores que parecían sacados de fumaderos de crack, guiones chungos (casi siempre con una vis cómica, eso sí) que abordaban con suma frivolidad cualquier tabú social; asesinatos, mutilaciones, incesto, drogas… Cualquier cosa valía sí removía estómagos y un oscuro sentido del humor.
No es de extrañar que aquí se iniciaran Trey Parker y Matt Stone (Los creadores de South Park). Cogieron una historia real de canibalismo que hizo temblar Estados Unidos para hacer una bizarrada titulada Cannibal: El musical.
No, no es coña.
Pero no nos engañemos
Las películas podían ser pobres, los actores malos, los maquillajes rescatados de una guardería, pero rezumaban carisma por todos los costados. “Basura que adoramos” emplea Kaufman para referirse a sus producciones.
Eran cintas que puedes (DEBES) ver para pasar un rato increíblemente divertido. Ya sea para reírte “de lo mala que es” o por ver la fumada que se sacaban los guionistas de la manga (El momento del pene mutante en Tromeo y Julieta es uno de mis preferidos), pero a poco que adores el cine sabrás la imaginación e inventiva que hay que tener para sacar adelante proyectos bajo mínimos.
Troma y el resto de la industria
Amor y odio en este apartado.
Ya he hablado sobre la opinión de Kaufman ante la moralina hollywoodiense, pero podría llenar urinarios con lo que opinaba de la MPAA.
Esto es un tanto peliagudo, pues la MPAA es la encargada de dar calificación por edades a las películas distribuida a cines; algo que podía matar la distribución. Muchos cines se negaban en redondo a exhibir películas que superaran un rango de edad recomendada por sangrientas, perversas o impúdicas y Troma tenía un poco de todo eso en cada una de sus cintas.
No es de extrañar que la productora Troma fuera carne de videoclub, donde la MPAA no tenía mano ninguna (¿Os he hablado ya de las Nasty Movies? Yo creo que sí).
Sin embargo, la incorrección, por otro lado, le canjeó el amor y la admiración de algunos grandes de dicha industria.
¿Os suena Tarantino? ¿Alex de la Iglesia? ¿Guillermo del Toro? Ahora que Marvel lo peta te sonará James Gunn, director de Guardianes de la Galaxia y el mismo tipo que redimió El Escuadron Suicida de DC. Puede que no te sorprenda (Visto el sentido del humor que destilan dichas cintas) que el señor Gunn se inició en Troma cuando era un chaval. Puede que te sorprenda más saber que lo hizo con una de las cintas más extremas de la productora: Tromeo y Julieta.
Y es que el colega James Gunn era un loquillo de cuidado; aquí tienes un capítulo de PG Porn, su webserie para aquellos que adoran todo del porno excepto el sexo.
El aclamado director Oliver Stone también conjugó sus inicios con los de Michael Herz y Kaufman, con una cinta que realizaron juntos titulada “La Guerra de los Sexos”.
Todos amantes de la Serie B que… ¡Espera! Eso está mal.
¿Serie B? No emplees ese término
Si has leído hasta aquí, puede que el termino Serie B se te haya pasado por la cabeza más de una vez. Debes saber que es un término erróneo cuando se utiliza para tratar al cine de bajo presupuesto.
Una pequeña clase de historia del cine nos ilustrará que las películas “B” vienen de la primera mitad del siglo XX. Películas “teloneras” de otras mayores que se exhibían en anfiteatros en una sesión doble (Por eso película B), con menor presupuesto y sustentada en la publicidad de la película principal de la proyección. Que no es que sea importante, pero ya sabes algo nuevo y no tendrás excusa cuando te parta las piernas por emplear mal el término.
La productora Troma se inició para dar salida a un imaginario perverso con la utilería de un todo a cien, con interés comercial para quien disfruta de la basura de calidad. Cine de bajo presupuesto.
Una productora longeva
Y es que la productora Troma tiene ya más de cincuenta años a sus espaldas, y ahí sigue. No deja de ser increíble que una productora de esta índole (Más en tiempos de corrección moderna) siga apoyando (ya sea distribuyendo o creando) cintas donde lo controvertido gana protagonismo.
Y cada día van sumando adeptos dentro del cine más underground; ya sean cineastas en potencia o simples amantes de lo bizarro.
Tras el fallecimiento de Kaufman (2020) la productora mantiene su catálogo vía online y sigue la filosofía que nos dejó la mitad más loca de sus fundadores.
No es de extrañar, pues tienen a su espalda una larga ristra de locuras que ameritan dichos logros.
¿Algunas de las mayores locuras de la productora Troma?
Pultrygeist: night of the chicken dead
Un musical en el que una cadena de comida rápida tipo “KFC” construye encima de un cementerio indio. El resultado son pollos zombies, la sangre más bizarra y canciones. ¿Qué más necesitas?
Tromeo y Julieta
La versión que haría vomitar a Shakespeare, mandarlo de una patada a un fumadero de opio para olvidar. Una cinta donde Tromeo se masturba viendo “porno de amor”, mientras que Julieta tiene un “affaire” con su ama de llaves y es objeto de un sexo fetichista raruno por parte de su padre. Decapitaciones, penes mutantes, abusos sexuales, incesto… Todo esto con Lemmy de Mottorhead como narrador.
Dicho así duele pensar que esto pueda ser una comedia. Pero lo es, y muy divertida.
Mutantes en la universidad (Class of Nuke’em high)
O como el uso de productos radiactivos para fermentar plantas de marihuana la puede liar bien parda entre los jóvenes. Mutantes fumados con ganas de comerse a sus compañeros.
Son solo tres ejemplos de una larga lista de verdaderas chaladuras que harán sentiros tan incómodos como perplejos, y os pintará una perversa sonrisa si tenéis el sentido del humor adecuado.
Y ahora con Troma Now, lo tienes al alcance de tu mano. (Eso sí, con un subtitulado al español tan horrible como las actuaciones de estas cintas).
Tan solo siéntate, aguanta la respiración, y disfruta.
¿Te has quedado con ganas de más? ¡Mira! ¡Un enlace!