Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.

Reseña de Gannibal

Es hora de hablar de Gannibal, una extrañísima joya que llegó a mis manos de rebote y que, os aseguro, con solo 4 números desfila entre lo mejor que he leído.

Un Manga diferente

Hace mucho, mucho tiempo, en una infancia ¿cercana?, yo era un adicto al manga. Aquella forma de comprender la narrativa y su contenido era nueva para mí y Japón tenía universos que aportarme.

Sin embargo, a medida que mi forma de entender la narrativa evolucionaba, me acabé agotando de una fórmula que parecía estancada. Yo crecía, pero no lo hacían conmigo las historias japonesas más mainstream que llegaban a España.

Niños inadaptados que consiguen poderes y deben luchar contra un mal horrible, chicas tetonas con la complejidad de un chupete, tipos con gafas que tienen que molarte porque son serios y oscuros…

Y de ahí empecé a explorar el terror, conociendo a mangakas como Junji Ito (Uzumaki), Maruo Suehiro (Midori: La niña de las camelias) o Kazuo Umezu (Aula a la deriva). Nuevas formas de explotar la oscuridad de nuestro subsconciente, el primero desde lo absurdo; el segundo desde lo grotesco y el tercero desde la más abrupta crueldad.

Desde entonces he leído mucho, muchísimo manga de terror, hasta el punto de empezar a ver los patrones que promueven su narrativa; distintos tropos al shonen ya mencionado, pero arraigados a nuevos terrenos.

Y entonces, hace poco, Gannibal cayó en mis manos.

¿De que va Gannibal?

Daigo Agawa es un policía de ciudad cuyas circunstancias lo llevan a trabajar al pequeño pueblo de Kuge. Se muda junto a su mujer y su pequeña hija, con la esperanza de iniciar una nueva vida en dicho paraíso rural. Son acogidos afectuosamente por los lugareños que no tardan en advertirles sobre la familia Goto; una familia ruda y violenta que aseguran tener potestad sobre el monte. Sin contar que tras la muerte de la matriarca por un oso, dicha familia está más nerviosa que de costumbre.

Esto último, junto con la extraña desaparición del anterior policía, hará que Daigo Agawa meta las narices en una trama que implica al canibalismo y que cada vez se vuelve más y más turbia.

Terror y suspense rural

Dicho esto, lo primero que te llama la atención del primer volumen (de unos 13 que completan la obra en su totalidad) es el ritmo.

Gannibal, bajo la estudiada mano del autor; Masaaki Ninomiya, no quiere ni que te aburras ni que te relajes y lo hace condenadamente bien. Hay una tensión impresa en cada página, en cada situación que el protagonista afronta. Durante todo el manga se respira una intranquilidad pavorosa hacia una inminente tragedia. Las calmas solo son augurios de la tempestad.

Y del suspense se destila un terror muy inteligente. No es algo bruto y vulgar lanzado al rostro del lector, sino algo sutil que transpira de la tensión y las revelaciones.

De hecho, a pesar del tema que toca (el canibalismo), hablamos de un manga con poca cantidad de sangre que salpique la página. Aquí el gore es una herramienta brillantemente estudiada, ya que el autor demuestra que no tiene temor a mostrar imágenes desagradables, haciendo entender al lector que lo peor puede cumplirse, y lo peor es algo que recae en nuestra cruel imaginación.

Mis dieces para este tipo.

Pueblo pequeño, infierno grande.

Algo que me temía era que las diferencias culturales requiriera un esfuerzo para empatizar con el contexto de nuestro protagonista, pero Gannibal sabe que un pueblo lo es tanto en España como en la cara oculta de la luna.

Kuge no adolece de los tropos de pueblo hermético y huraño que tan pronto nos recuerda a los panoramas típicos del terror rural. Sus habitantes no son unos tarados endogámicos que viven cuatro siglos atrasados y aislados de la ciudad más cercana.

No, Kuge es un pueblo japonés como bien podría ser uno de Albacete, con la diversidad típica de los pueblos, sus chovinismos a baja escala, los cotilleos de viejas de visillo y sus tradiciones.

Los autóctonos son cálidos con el recién llegado y su familia. Por mucho que le recuerden que es un forastero, son amables, detallistas, atentos… A veces demasiado, y de ahí surge la verdadera incomodidad.

¿Le hago un feo a esta señora si no acepto las verduras que me regala? ¿Quedo mal si declino la invitación a unos tragos de mis vecinos? ¿Acaso la gente que me miran desde sus ventanas solo están siendo cotillas?

Es, por un lado, un choque cultural entre ciudad y pueblo. El individualismo del ciudadano frente al estilo comunitario del pueblerino. Por otro lado, algo mucho más oscuro.

Hay un germen insano en los detalles de Gannibal, justo donde el diablo se aposenta, jugando con el lector para engordar su paranoia haciendo crecer el suspense y las ganas de pasar a la siguiente página.

Coherencia entre personas y argumento

Otra cosa que me ha llamado la atención es la coherencia que hay entre personajes y argumento. He visto infinidad de mangas (En todo tipo de cultura, pero es el formato del que hablamos ahora) la necesidad del autor de mover la historia a base de apalear a los protagonistas para que hagan algo incoherente con su personalidad. Luego adolece la necesidad de meter a un tercero explicando lo sucedido para que el espectador no crea que se ha fumado un cigarrillo de la risa.

Es algo que, a fecha de haber terminado el cuarto tomo, donde me encuentro esperando el quinto, puedo decir que no ocurre en Gannibal, o al menos no de una forma tan obvia.

Es algo que me ha gustado mucho; pues siendo un manga que se esfuerza tantísimo en mantener la tensión en cada página, lo hace sin requerir acciones absurdas o incoherentes de los personajes.

No hay necesidad de que el protagonista haga alguna tontería para que el argumento cobre interés. La trama por sí sola sabe sostenerse y la personalidad de los personajes es intrigante y carismática como para sostener el guion. Las situaciones que se dan no requieren de una sobrexplicación para no verse forzada.

Se explican sin palabras en las acciones de los actantes y en los demonios internos que poco a poco se nos presentan.

No hay nadie que tenga que explicar las normas de un “duelo a muerte a cuchillo” para darle sentido a un duelo a muerte a cuchillo.

En conclusión: ¿Gannibal merece la pena? 

Gannibal merece la pena y mucho. Con solo cuatro tomos (Traídos a España por Arechi Manga) se nos perfila algo realmente prometedor. una obra intensa, inteligente y bien llevada donde el terror proviene de algo muy humano; desde la lucidez de nuestras costumbres hasta lo más oscuro de nuestros instintos.

Faltaría ver como se desarrolla, o si el autor, Masaaki Ninomiya, podrá mantener el interés durante los trece tomos que completan la colección. De momento, es la base para algo que podría llegar a ser una obra maestra. Solo el tiempo dirá si Gannibal tiene un final tan redondo como su inicio.

Por cierto, hay una serie en Disney+ basada en el manga. No he profundizado en ello porque quiero llegar lo más virgen posible a la experiencia del manga, pero que no dudaré en ver una vez haya resuelto los misterios impresos en tinta.

Para más reseñas, artículos o… Yo que sé, tu pincha aquí.