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Mi entrada en la Yakuza con Like a Dragon.

Supongo que, antes de comenzar, es importante dejar claro que no soy seguidor de la saga Yakuza. Mi deserción en el Olimpo de los videojuegos (En donde muchos concuerdan que es necesario haber seguido esta saga desde su inicio para poder acceder) depende de varios factores.

Mi primer roce con la franquicia fue con Yakuza 0 cuando este apareció en PC, y aunque el idioma no es una barrera para mí, lo cierto es que hablamos de el juego adolece de un inglés lleno de argots y modismos callejeros que me obligaban a estar más atento de lo normal, y hablamos de un videojuego donde el 75% del tiempo te lo pasas leyendo diálogos y diálogos. Luego, su jugabilidad tampoco me parecía tan atractiva cómo para merecer el esfuerzo. No voy a hacer un esquema argumental sobre que “no me gustó” de lo que jugué; puede que fuera el momento en el que lo inicié, mis preferencias jugables de por entonces, pero simplemente, no cuajó en mí.

Más adelante, pude darle la oportunidad a Jugdment. Un juego que nacía cómo un spin-off de la saga Yakuza y que me permitió internarme en su universo. Aquí no manejas a un mafioso, sino a un abogado cuyas tragedias personales le habían llevado a acabar cómo detective privado. No es un personaje que viva al margen de la ley, sino que la bordeaba, y supongo que la idea me parecía más atractiva.

¡Estás loco, tío! ¡¿Cómo puedes decir eso’! 

Entiendo que fue un contacto tangencial al universo de Yakuza donde tuve sensaciones agridulces. Por un lado, una trama muy buena que se desenvolvía a fuego lento (A veces demasiado lento para mi gusto), y por otro lado, la jugabilidad me parecía estancada en el siglo pasado, a pesar de ser un videojuego de hace apenas unos años.

Las peleas molaban, pero algunas mecánicas, como (y en especial) la de seguir sospechosos, me parecieron un coñazo de aúpa. La ciudad se me antojaba muy anclada en el sota, caballo y rey típico de estos juegos y las “actividades” no me apasionaban.

Me pareció un gran juego que se quedaba a medio gas de lo que una saga tan longeva debería haber evolucionado a lo largo de las décadas. De esas experiencias que disfrutas pero que rara vez repetirías, y cuando el otro día adquirí Yakuza Like a Dragon (Con la sapiencia de que al ser un nuevo spin-off, no necesitaba conocerme la historia de los anteriores), no sabía si había hecho un buen uso del dinero del que disponía.

Tal vez la saga Yakuza no era para mí. Lo que a muchos les llena, a mi se me queda a medio gas.

Pues bien, me equivoqué de pleno.

Uno de los mejores juegos del 2020.

Quede claro lo dicho anteriormente que no soy fan de la saga. Y, sin embargo, con Like a Dragon he disfrutado como un crío. Uno de los mejores juegos que he disfrutado en meses. ¡Y con muchísima imaginación! Algo que sentía que precisaba Judgement y no me encandiló en Yakuza 0.

Se cambia el sistema de peleas por el sistema de turnos tan típicos de los jrpg, y es que Like a Dragon no solo bebe de juegos cómo Final Fantasy o Dragon Quest (Videojuego al que reverencia a cada minuto, y la razón de su nombre… “Like a dragón”, o “Cómo un Dragón”); es una carta de amor a los mismos.

Nuestro protagonista es Ichiban Kasuga, un miembro poco agraciado de una familia yakuza y un enamorado del ideal del criminal de buen corazón con un estricto código de honor. Y no, no digo antihéroe. Aquí la cosa es más… “complicada”. La Yakuza en el juego (niños, no probéis esto en casa) se llena de una romantización de aquel que vive fuera de la ley mientras sigue un código moral y ético intachable, algo que pocos “yakuzas” siguen, pero sí nuestro protagonista. Su máxima es ser un héroe cómo los de los videojuegos que él jugaba (Dragon Quest para ser más precisos), y cuando combate realza el acto en su imaginación con fases y turnos cómo en dichos juegos, e incluso reimagina a los enemigos cómo monstruos, o las técnicas de combate cómo habilidades/hechizos.

Dicho de otra forma, y me parece una genialidad, las mecánicas jugables están en la loca cabeza de nuestro protagonista.

Y el resto del elenco comparten carisma y esperpento a partes iguales. Personajes de los que quieres saber más, y algo que me ha fascinado viniendo de un juego japonés, donde el arquetipo casi intachable es que todos sean adolescentes, es que aquí llevas a maduritos que ya se alejan de sus tiempos mozos, lo que da un plus de curiosidad e interés al relato, así cómo más negrura al humor. Un humor absurdo, surrealista, y que o te saca una carcajada, o te deja con la boca abierta.

Sin medias tintas.

Yakuza Like a Dragon no cae en la infantilidad. Su argumento está genialmente escrito, lleno de grises y matices tanto en lo que es lo correcto, cómo en lo que es deplorable. Lo hace desde un punto de vista que sabe trazar líneas entre la tragedia y la comedia. La gente que conocemos son policías acabados, vagabundos, cabareteras, pervertidos y prostitutas. Gente que vive en lo que puede y cómo puede. Gente que lucha, no ya por mejorar, sino por no perderse en un mundo de grises.

Hacía tiempo que no tenía tantas ganas de sumergirme en las subhistorias de un videojuego japonés, que adolecen de relleno y farméo abusivo. Aquí da gusto perderse por cada calle, escuchar las historias de quienes quieran hablar, e intervenir siempre que se nos permita.

Y el combate, cómo ya he dicho, deja los típicos combos de Beat-Em-Up de la franquicia para dar paso al rol, con sus niveles y combates por turnos. No es una mecánica que evolucione nada, y de hecho, está más para cumplir con el cupo. El sistema de trabajos (del que dependerá nuestro equipo y habilidades) es interesante, y siempre es divertido ver las animaciones. Incluso realizar invocaciones según los “amigos” que encontremos por nuestra aventura, y estos ataques son los más absurdos y divertidos con diferencia.

Like a Dragon tiene ese toque de locura en la tragedia que nos narra. Un contrapunto que sabe ser serio o divertido según el momento.

Y cómo he dicho, no es la mecánica principal. La más importante reside en la misma ciudad que recorremos.

El suelo que pisamos

Pasaremos por distintas localizaciones en nuestro periplo, y será ljincho el punto central de nuestra trama. Repito que no tengo recorrido para hablar de juegos anteriores, pero sí que he sentido que el mapa de Yakuza Like a Dragon aporta todo lo que necesita aportar. Sin más ni menos. Es lo suficientemente grande cómo para propiciar encuentros, escondites, y está lleno de actividades para hacer. Desde ver el cine con nuestros amigos, hasta cantar Karaoke. Podemos apuntarnos a una aplicación de “héroes a tiempo parcial” para ayudar a los ciudadanos, o podemos simplemente explorar sus calles y disfrutar con la cuidada ambientación de la que hace gala. Bares donde mejorar nuestro vínculo con los camaradas de nuestro grupo, tiendas donde comprar armas y objetos…

Sus mapas merecen ser explorados, sus enemigos abatidos, los coleccionables encontrados y los minijuegos disfrutados. Es difícil que te quedes sin cosas por hacer en Yakuza Like a Dragon. Todo está pensado para ser divertido, y eso es algo que solo consigue puntos que sumen al juego.

En conclusión.

Yakuza Like a Dragon es un gran juego. Mi entrada a la franquicia nunca terminaba de cruzar del todo el umbral. El agua estaba demasiado fría para los dedos de mis pies y no encontraba razones que ameritaran el chapuzón. Y por fin lo hice.

No es necesario haber jugado al resto de la franquicia, y sin embargo, yo que jamás he sido fan, encuentro gracias a Like a Dragon, las razones que me faltaban para terminar de cruzar la puerta y sumergirme en los títulos de la franquicia que desestimé, tal vez, demasiado rápido.

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